daytime sunset
dos conceptos que no son directamente proporcionales, el aire esta distinto, esa tarde fue algo que kiwa no reconoció al principio, una tarde que empezaba igual que todas, con la promesa de un atardecer glorioso, pero con un tinte sutilmente diferente, como si la luz misma estuviera esperando algo.
Kiwa, acostado en su lugar habitual sintió algo en el pecho.
algo… o alguien se acercaba.
el sonido de los pasos suaves en la arena lo hizo levantar la cabeza, no era viento, no eran ollas, algo mas… con elegancia rara, sigilosa.
Kiwa parpadeo y entre los últimos rayos dorados, vio aparecer una figura familiar, pero a la vez extraña… un gato.
no era un gato cualquiera, pelaje suave, brillante, colores no tan comunes de ver por estos lados… reflejaban los colores del atardecer…
como si fuera una sombra hecha de luz misma.
El gato caminaba con una gracia que hacia que cada paso pareciera un baile silencioso, no parecía importarle la presencia del tigre… de hecho, sus ojos profundos, pero tan brillantes como una esmeralda, encontraron los de kiwa sin temor. Era un gato pequeño, de cuerpo esbelto, con una actitud tan confiada… como si el mundo entero fuera suyo.
Kiwa lo observo en silencio. había algo en ese gato que le cautivaba, algo que lo hacia sentirse tan observado como el mismo observaba el mar… aquella mirada tranquila, sin prisa, parecía ser el reflejo perfecto de todo lo que kiwa estaba buscando sin saberlo: una calma que no tenia que ver con la soledad…
si no con la compañía serena…
el espacio compartido en el que el tiempo no importaba.
el gato se acerco a la orilla, mirando el agua con la misma intensidad con que kiwa había observado como el mismo observaba el mar.
entonces sin decir una palabra, se tumbo junto a el, a la distancia justa para no invadir su espacio, pero lo suficiente para que kiwa sintiera la presencia de otro ser, un compañero en la quietud de la tarde.
No eres como los demás - dijo el gato, rompiendo el silencio con una voz suave, musical, como el mismísimo murmullo del viento sobre la arena.
Kiwa quedo mirando al gato, sin responder altiro.. sintiendo el peso de las palabras.. que quiere decir este otro con “no eres como los demás?”
acaso el tigre no pertenecía al reino de lo felinos también? marcados por la misma esencia salvaje, por los mismos instintos?
y vo? respondió kiwa, con una voz rasposa de poco hablar, llena de curiosidad que solo una tarde sin fin podría despertar… por que no te vas con los tuyos, con los gatos salvajes de la selva?
El gato lo miro, sonriendo con una de esas sonrisas que solo los felinos saben hacer, una mezcla de misterio… y calma.
—por que aquí.. en la orilla, es donde el tiempo se detiene, en los arboles, en la selva siempre hay algo que te pida que sigas, que caces, que no pares, pero aquí,.. todo se queda quieto, como el sol, como las olas. Yo solo vengo a ver.. como tu.—
Kiwa sintió una extraña mezcla de fascinación y alivio, este gato.. con su mirada tranquila y su voz suave, hablaba como el, como si también estuviera comprendido lo que el sol escondido tras las olas era capaz de enseñar, que a veces no se trataba de la caza ni del escape, si no de estar allí, en el justo lugar y en el justo momento.
los dos se quedaron juntos en silencio, mirando el mar, mientras la luz del atardecer se desvanecía.
Kiwa empezó a notar que el gato no le parecía solo un compañero pasajero. Había algo en el que lo conectaba mas allá de la mirada, algo que resonaba con la misma calma en la que el había encontrado consuelo durante tantos atardeceres.
con el paso de los días, kiwa buscaba al gato con la misma constancia con la que esperaba cada tarde, el gato nunca le hablaba mucho, pero no hacia falta. Ambos compartían algo mas allá de las palabras, algo que solo el silencio de la playa podía ofrecer. Kiwa se dio cuenta de que en su corazón, ya no había espacio solo para el atardecer, ahora, este pequeño gato con curiosas marcas en bajo sus ojos había ocupado un rincón que ni el sabia que existía.
Un día… mientras el sol comenzaba su descenso hacia el horizonte, kiwa, impulsado por un sentimiento que lo saturaba, se acerco al gato, su corazón latía con fuerza, como cuando siente algo importante esta apunto de ocurrir. El gato levanto la vista, y sus ojos brillaron con la luz del Sunset.
Kiwa, con su voz rasposa y suave, murmuro
-me gustaría que el atardecer durara para siempre… si lo comparto contigo.-
el gato, que había vivido tantas vidas en su pequeña existencia, no necesito decir nada, su cuerpo se estiro suavemente hacia el tigre, y sin decir palabra alguna, se acurruco junto a el, como si, al fin, todo tuviera sentido. Kiwa no podía haber pedido nada mas en este momento… había encontrado no solo el sol que moría cada día, si no la compañía que no pedia mas que estar allí, junto a el.-
y en este silencio compartido, kiwa comprendió que no siempre es necesario cazar para sentirse vivo. A veces, basta con dejarse estar, dejarse ser parte del atardecer, de la orilla, de este momento suspendido que solo los seres capaces de amar el silencio y la luz podían entender.
el gato y el tigre.. unidos por el sol que se desvanecía, permanecieron ahí, sin moverse, sin hablar, con la certeza de que no importaba el fin del día, por que juntos, siempre había mas de lo que ambos podían entender.